Mientras jugaba, la pequeña Betina señaló la puerta y dijo: “Abre la puerta para Jesús, Él no está pudiendo entrar”. Su madre, Lorena, sorprendida, abrió la puerta. Entonces Betina llevó una pelota hasta allí e invitó a Jesús a jugar: “Aquí, juega la pelota conmigo, Jesús. Ven, vamos juntos”.
Durante el juego, la niña expresó afecto y reverencia hacia Él: “¿Puedo orar por ti, Jesús? Gracias, Jesús, eres lindo”, dijo, revelando una sensibilidad espiritual poco común para su edad.
– Ad –
No era la primera vez que Lorena presenciaba algo así. En septiembre, Betina había dicho que veía a Jesús “atrapado en el vidrio” y pidió abrir la puerta para que pudiera estar con la familia. Tras hacerlo, exclamó: “Bienvenido, Jesús. Va a ver a mamá, a papá y a mí también. Hablo con Él todos los días. Es muy grande”.
Conmovida, Lorena reflexionó sobre la importancia de guiar a los niños en la fe desde sus primeros años, citando Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
En los comentarios de la publicación, varios usuarios citaron Apocalipsis 3:20, relacionando la experiencia de Betina con la enseñanza bíblica: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”.
– Ad –
Otras madres compartieron experiencias similares, relatando cómo sus hijos pequeños manifiestan una profunda sensibilidad hacia la presencia de Dios, muchas veces de forma espontánea y sincera. Algunos contaron que sus niños afirmaban ver a Jesús durante actividades cotidianas, lo que tocó profundamente a sus familias.
Muchos coincidieron en que estas vivencias espirituales en la infancia son conmovedoras y revelan una pureza especial que facilita percibir la presencia del Señor.
