Wesllen, de 25 años, pensaba que nunca podría dejar atrás la homosexualidad, pero todo cambió al tener un encuentro personal con Jesús. “Entendí que Él tenía algo mucho mayor para mí. Dejé atrás lo que era para vivir lo que Dios me llamó a ser”, compartió. Reconoce que su caminar con Cristo ha estado marcado por luchas, lágrimas y decisiones difíciles, pero asegura que la recompensa ha valido la pena.
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Durante mucho tiempo creyó que sus deseos definían su identidad. Sin embargo, afirma que la Palabra de Dios le reveló quién era realmente: “Hoy mi identidad está en el Hijo de Dios, Jesús, que murió por mí y por ti. Jesús te ama”.
Aunque ha enfrentado escepticismo y críticas —incluso acusaciones de haber sido víctima de “lavado de cerebro”—, Wesllen sostiene que su decisión no fue producto del miedo ni de la presión, sino del encuentro con algo mucho mayor: el amor y el abrazo de un Dios que lo llamó por su nombre y secó sus lágrimas.
“No fui convencido por el miedo ni por la culpa, sino por el abrazo de un Dios que me mostró paz”, enfatizó. Para él, su renuncia no fue una pérdida, sino la mayor ganancia de su vida.
Actualmente utiliza sus redes sociales para animar a otros a confiar en que el amor transformador de Cristo puede rescatar y renovar cualquier historia.
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“Si hoy deseas salir de esa vida, no estás solo. Jesús no vino para acusarte, sino para rescatarte. Él tiene un nuevo comienzo para ti, y yo soy prueba viva de ello”, concluyó.
