A Jhon Botía y Fabio Meneses les enseñaron desde chicos que la homosexualidad era un pecado que debía ser “curado” con oración, ayuno y, si era necesario, incluso con exorcismos. Ambos, oriundos de Bogotá, crecieron en congregaciones donde, ya de adultos, les leyeron pasajes bíblicos que justificaban el rechazo hacia su orientación sexual. A pesar de su profunda religiosidad, en sus iglesias se les instaba constantemente a “corregirse”.
Desconsolados por la falta de apoyo de quienes creían que eran sus amigos y hermanos en la fe, Jhon y Fabio acudieron a las redes sociales en busca de algún tipo de escape, deseando encontrar personas con quienes pudieran hablar honestamente sobre lo que estaban atravesando. Era 2016. El destino ya tejía la historia de amor que marcaría sus vidas, aunque ellos aún no lo sabían.
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Jhon, proveniente de una familia mormona, creó en Facebook un grupo de encuentro interreligioso llamado Comunidad de Cristo. Entre los usuarios que se sumaron estaba Fabio, de tradición evangélica, quien había utilizado esa misma red social para salir del clóset. Además, había creado una página llamada “Diario de un cristiano gay”, que hoy cuenta con más de 6.600 seguidores.
Poco antes, Fabio había asistido a una iglesia evangélica que acogía a personas LGBT+, pero allí encontró el mismo discurso de prohibición y condena que había escuchado en otras congregaciones. La idea de que el sexo entre hombres era pecado se repetía constantemente. Ese mismo estigma ha hecho que, hasta hoy, sus padres no acepten su orientación sexual.
En paralelo, Jhon también enfrentaba obstáculos: aunque llegó a participar en un grupo católico inclusivo, su formación en una corriente cristiana protestante lo hizo sentirse fuera de lugar.
“Tengo que buscar un lugar donde me acepten, donde pueda ejercer mi fe”, se dijo a sí mismo.
“Me pregunté si yo era el único marica que creía”, contó en una entrevista con Infobae.
En Facebook, comenzó a utilizar hashtags particulares para ampliar la búsqueda y hacer crecer la Comunidad de Cristo. Reunía personas de distintas denominaciones religiosas, con orientaciones sexuales y de género diversas, en su propia casa, donde conversaban abiertamente sobre su fe y experiencias.
Fabio asistió al grupo dos o tres veces. Más adelante, un amigo los invitó a la Iglesia Metodista de Bogotá.
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“No me gustó”, admite Fabio. “La liturgia se parecía a la católica, y yo venía de una corriente pentecostal. Al principio choqué con eso y no quise volver”.
A Jhon, en cambio, sí le gustó la experiencia, y decidió seguir asistiendo.
“Es una iglesia inclusiva, allá podemos ser como somos”, pensó. Al ver el entusiasmo de su amigo, Fabio reconsideró su postura.
“Listo, hagámosle”, respondió.
Comenzaron a involucrarse más en la comunidad, y poco tiempo después, su amistad se transformó en amor.
“Entonces empezamos a asistir, a involucrarnos, y ya después fue cuando nos ennoviamos”, recuerdan con una sonrisa.
En 2018, Jhon Botía se convirtió, a los 28 años de edad, en el primer pastor abiertamente gay de una Iglesia Metodista Latinoamericana. En la misma iglesia, Fabio Meneses, fue consagrado como diácono en noviembre de 2021.